EL MUERTO SIN ZAPATOS
La noche fría me despertó con presagio
sobrecogedor. La habitación estaba en penumbra, la energía había fallado.
A tientas, entre la cama y la pared, palpo con
pies y manos arrastrando mis pesadas extremidades.
En mi ambulante sopor
intuyo la presencia vaga de un espectro. Su rostro, aunque vacías las cuencas
de sus ojos, putrefactos músculos y carnes me miraban con fijeza inefable. Yo,
aterido, castañeteaba mis dientes. Acaso desviaba mis ojos de aquellas
depresiones oculares. «Solo vengo por mis zapatos».
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
La Azulita, 29 de marzo de 2015
DESDE
EL TÚNEL
En las baldosas irregulares de la amplia acera
yacía el hombre, sin respiro; desnuda la vida.
El hombre del mantón oscuro caminaba impertérrito, a pocos pasos, sin apuros.
Yo, observaba desde una ventana, o, ¿desde un túnel?, su impávido andar.
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
La Azulita, 29 de marzo de 2015
PASOS
INCIERTOS
Ruge el cielo en la
penumbra de la noche. Bajo los árboles el caminante peregrino apresura la
marcha acompasada.
Un bajel fantasmal
surca las aguas ambiguas bajo el empuje de las enhiestas olas.
Un cuervo de los tiempos de Poe, de noches semejantes, armoniza con su “odioso” trino la fatalidad del peatón. El ulular de un ave de recortado vuelo convalida, a lo lejos, el infortunio adivinatorio del graznido.
Eliéser Wilian Ojeda Montiel
La Azulita, 29 de marzo de 2015
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